sábado, 15 de enero de 2011

Las creaciones de la militancia y el héroe colectivo




Las creaciones espontáneas del saber popular permiten, a partir de una gran síntesis, dar cuenta de cuestiones esenciales en medio de procesos sociales complejos. En este caso, la creación de la joven militancia kirchnerista dio un hallazgo creativo que permite resumir y develar, a partir de la imagen del Eternauta, las herencias profundas y las tareas pendientes del proyecto nacional iniciado en 2003.


Como sabemos, el genial personaje de Oesterheld, encarna al héroe colectivo. Aquel qué sólo puede acceder al lugar del héroe en tanto actúa con otros tan heroicos como el. El héroe popular cuyo poder no emana de sus dotes o su fuerza sobrehumana sino que es el pueblo que, actuando junto a él, dota de poder al héroe colectivo. Así, el héroe colectivo es la encarnación del poder del pueblo. Pero además, el Eternauta tiene la extraña particularidad de moverse a través del tiempo, está atrapado en la eternidad y desde allí su trabajo consiste en ayudar a los pueblos de todos los tiempos a organizarse para luchar, mientras busca desesperadamente a su mujer y su hija porque, a no olvidarlo, dentro del traje de Eternauta está Juan Salvio, un hombre común.


No es casual entonces que una de las figuras principales que se ha elegido para recordar a Néstor Kirchner sea en vinculación con el Eternauta. La condición de hombre común y cercano que siempre mostró Néstor Kirchner, su capacidad de conmoverse con las mismas cosas que el común de la gente, su particular y cercana relación con el pueblo, lo emparentan también con el Juan Salvio que vive dentro del Eternauta. Igual que el personaje de Oestherheld, siempre apostó por lo colectivo


El acontecimiento Kirchner


Ciertamente, cuando se desarrolla un acontecimiento, es decir aquello que no puede ser previsible ni planeado, ni puede ser producto de un programa, aquello que no se espera y sin embargo constituye un horizonte de futuro, aquello que no se hace efectivo sino que abre un espacio de posibilidad, el tiempo aparece desencajado, se abre una grieta en la continuidad de la historia que permite la comunión entre pasado, presente y futuro a la manera del Eternauta. Y esto es lo que pasó con el acontecimiento Kirchner, su sorpresiva llegada y partida, su marca profunda en la política argentina.


Jacques Derrida ejemplifica el acontecimiento como un enamoramiento, algo inesperado y profundamente perturbador, justamente, por su condición de impredecible; aquello que no se anuncia y no obstante es algo esperable en la forma de un mesianismo. Un acontecimiento no es un hecho ni un programa, sino una proyección que se desarrolla en un espacio de virtualidad. No es algo que ocurre sino algo que está ocurriendo permanentemente a partir de cierto instante. Pasado, presente y futuro, entonces, se confunden en el acontecimiento a la manera del Eternauta, y se abre una grieta que permite reconocer la herencia como una tarea por cumplir. Es espera y tarea, herencia y trabajo por realizar.


Y si hablamos entonces del acontecimiento Kirchner, y en esto hay ser claro, no nos referimos específicamente a la persona de Néstor Kirchner, sino a una forma re aparecida de hacer y comprender la política, una forma de rescate espectral que se proyecta desde el pasado, se inscribe en el presente y plantea un porvenir. Es decir que, a la manera del Eternauta, es capaz de sobrevolar en el tiempo, evitando la distinción esencial entre pasado, presente y futuro, situándose en el plano de lo espectral.


A partir del acontecimiento Kirchner se reinstauran aquellas simbologías que se creían ya superadas, enterradas para siempre después de la experiencia menemista. En esto se revela el carácter de acontecimiento como algo inesperado y también como fusión y disyunción de horizontes temporales y culturales. El presente es, a partir del acontecimiento Kirchner, un pasado que vuelve pero en la forma de un por-venir. Es decir, es un sentido histórico dislocado que puede presentar como porvenir algo que debería haberse consumado en el pasado, algo que decididamente viene del pasado, que es herencia, pero a la vez tarea por cumplir.


¿Qué es esto? Se preguntan hoy, sorprendidos, a la manera de Martínez Estrada, los conjurados, los adalides de la normalidad y sus voceros mediáticos. Esta supervivencia, este retroceso, este algo (espectro) que creían superado, dejado atrás para siempre, esta locura. El tiempo descoyuntado, dislocado, que les vuelve a presentar un nuevo asedio espectral que viene ahora a mostrarse en la forma de un porvenir posible del pasado no realizado. Señores, esto es “El Nesternauta”.







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