miércoles, 12 de junio de 2019

AL RITMO DEL PERONISMO


El pase de Pichetto al oficialismo, da cuenta del peronismo como eje central de la política argentina. El sistema político argentino es el peronismo. Recorre todo el arco ideológico, porque el peronismo es una cultura más que una ideología. Perón decía que Argentina es un país politizado pero sin cultura política. Pichetto tiene cultura política, Alberto Fernández también. ¿Qué es la cultura política? La capacidad de llegar a acuerdos con los que no piensan como uno. ¿No sería quizá sano para la democracia que se corrieran un poco Macri y Cristina y dejaran debatir a Alberto y Pichetto? Cristina y Macri hablan idiomas diferentes, son, como se diría en la ciencia, inconmensurables. Nada productivo puede salir de una debate entre Macri y Cristina.
Voy a partir de una teoría de mi querido amigo Lucas Gallardo. Cuando la sociedad argentina se polariza ideológicamente en exceso, como ocurre, creo, hoy en día,  esa polarización se procesa dentro de la interna del peronismo. Esto evitó, por ejemplo, que las tensiones ideológicas que había en la década del setenta terminaran en una guerra civil. La interna peronista las procesó y si bien hubo violencia no se generalizó, sino que fueron sectores marginales del movimiento, por izquierda y por derecha, los que la ejercieron. Pero mayoritariamente el peronismo logró, con el norte del regreso de Perón, trabajar con esas tensiones mientras el resto de las fuerzas políticas eran actores de reparto. 
Lo cierto es que desde la llegada del peronismo a la vida política, las otras fuerzas se volvieron actores de reparto, no podían vencer electoralmente al peronismo, lo sacaron del poder a sangre y fuego, lo prohibieron, fusilaron a sus militantes, etc. 
Cuando regresa la democracia por segunda vez (el primer regreso fue la elección que ganó Campora en 1973) en 1983, el radicalismo empieza su derrotero. No puede terminar su mandato. Se muestra incapaz de construir gobernabilidad. Con un facilismo y falta de autocrítica pasmosa, los radicales le echan la culpa al peronismo de su incapacidad. ¿Cómo se resuelve el problema? Con la interna peronista entre Cafiero y Menem. De allí surge el próximo Presidente. Interna resuelta. Sobrevienen diez años de cierta normalidad en términos políticos. Podemos discutir sobre el proyecto menemista de país y sus desastrosas consecuencias que nadie niega. Pero en términos políticos es un proceso estable: elecciones, reforma constitucional consensuada, fin de la amenaza militar a la democracia, cierta estabilidad económica, dos mandatos presidenciales y entrega del mando a una fuerza opositora. Total normalidad. 
Una nueva interna se había ido gestando al interior del peronismo. Duhalde se oponía a la continuidad de la convertibilidad. La elección que ganó De la Rua en 1999 postergó esa interna irresuelta. Otro fracaso radical y la única estructura que queda en pie es el peronismo de la provincia de Buenos Aires con Duhalde a la cabeza quien, lógicamente, accede al poder. 
Hay inestabilidad, el peronismo esta en proceso de reordenamiento. Finalmente, con el apoyo de Duhalde gana Kirchner la elección del 2003, parece un triunfo de Duhalde sobre Menem, pero Kirchner se autonomiza y con Menem ya vencido aparece la lucha interna contra el aparato duhaldista, se salda rápido en la elección legislativa del 2005. Triunfo aplastante de Cristina sobre Chiche Duhalde nada menos que en la provincia de Buenos Aires. Lucha interna peronista ordenada al menos hasta el 2013 con la ruptura de Sergio Massa, y nuevamente normalidad política de doce años, con crecimiento, con inclusión. Estabilidad democrática, fin de mandato sin crisis ni económica ni política, entrega de mando a otra fuerza política de signo distinto.
Es decir, siempre que se entregó el poder a una fuerza política de signo distinto fue porque había una interna irresuelta y producto de esa irresolución se perdió la elección.
Hoy, a meses de una nueva elección presidencial, el peronismo se encuentra en proceso de unificación, aunque con una característica distinta a las anteriores. Si antes las internas se cerraban con la emergencia de un nuevo liderazgo que hegemonizaba por un tiempo al movimiento. Ahora se da una unificación sin un emergente claro de liderazgo, sino con una multipolaridad de factores de poder en la cual ninguno puede  solicitar la rendición de cualquier otro y todos se necesitan mutuamente. Novedoso. Hay que ver que resultado se obtiene. Otras preguntas posibles: ¿Está salada la interna del peronsimo? ¿Es posible saldarla sin un emergente de conducción?
Andando se acomodan los melones.







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