martes, 15 de agosto de 2017

TODO PASA, LAS PASO TAMBIEN




El gobierno evitó el titular "GANO CRISTINA" en los diarios del día posterior a las PASO. Para eso produjo una manipulación del recuento de votos y provocó un escándalo que opacó una elección que a nivel nacional ganó ampliamente. Cambiemos sacó prácticamente la misma cantidad de votos que en la primera vuelta de 2015, 35 %, eso solo le alcanzó para transformarse en la primera minoría. Aún no le alcanza para solidificar su hegemonía, y el papelón auto infligido para evitar la tapa de los diarios lo demuestra y corrobora también que es un gobierno que depende demasiado del apoyo mediático.
Por el lado de la oposición, se mostró aún mas dividida que en 2015 y facilitó el trabajo del oficialismo. Cristina no fue la aplanadora electoral que el propio kirchnerismo esperaba, aunque un 35% en provincia de Buenos Aires no es para despreciar y obligó al gobierno a desnudar su torpeza y montar un show decadente. ¿De donde recolectará más votos CFK de cara a octubre? es un dilema de difícil pronóstico. No sera una tarea fácil. Y si Cristina ganara finalmente la elección de octubre se presume con bastante certeza que será por escaso margen frente aun deslucido candidato de Cambiemos. No parece ser suficiente para que CFK vuelva a poder alinear bajo su conducción a los gobernadores del PJ siempre necesitados de caja y que se miran con temor en el espejo de una Santa Cruz prendida fuego por el discrecional ahogo de fondos del gobierno nacional. Cualquier acercamiento a la ex presidenta tendrá represalias del gobierno central, es decir menos fondos y pondrá en riesgo la gobernabilidad del terruño. Tampoco parece posible que CFK logre reconciliarse con el movimiento obrero organizado que expresa la CGT. La propia central está en un proceso de reacomodamiento interno, es probable que regrese una fuerte influencia del moyanismo esta vez encarnado en Pablo Moyano para suplantar al desprestigiado triunvirato. Hasta que la central no se ordene intrenamente su posicionamiento político no será claro, y una vez ordenado incluso no será fácil superar viejos rencores con el kirchnerismo. Sin estos dos actores centrales alineados bajo la conducción de CFK, el armado político kirchnerista a nivel nacional no se presenta muy optimista. 
Hay un desafío complejo para lograr que ese 65% que votó opositor a Cambiemos se logre unificar bajo alguna representación capaz de articular una multitud de intereses y sectores que si  bien son opositores tienen entre ellos profundas diferencias ideológicas, políticas, rencillas y rencores personales entre sus dirigentes. Una opción de construcción política demasiado ideológica como la que encarna CFK no parece lo mejor, tampoco el excesivo verticalismo que entusiasma a los seguidores de Cristina. Mas bien se necesita un gran acuerdo nacional representado quizá en un conjunto de dirigentes de diferentes espacios y filiaciones, mayormente formado por el peronismo, capaces de poder mostrar la decisión de enfrentar al gobierno pero no sujetos a una conducción única, sino dentro de un armado que les permita a cada unos de ellos crecer políticamente sin sentirse bajo el ala de nadie, Una construcción más horizontal que en su propia dinámica vaya decantando quienes serán los futuros candidatos y conductores más relevantes. Sin duda CFK debería estar allí. Un paso de este tipo sería de vital relevancia para la reconstrucción de un peronismo hoy fragmentado y daría por superada por fin la muerte de Perón, un duelo que ya lleva más de 40 años. Comprendiendo que nadie podrá reemplazar a Perón en su rol de líder y todo liderazgo del peronsimo será siempre circunstancial. Un peronismo conducido en conjunto sería un salto de calidad, revitalizaría el partido (volver al PJ) y haría crecer a dirigentes de segundas y terceras líneas que hoy tienen escasa visibilidad. Un armado de este tipo, mientras gobernó el kirchnerismo, le llevó a la oposición 12 años, hasta que surgió la alianza Cambiemos. Que si bien tiene la conducción de Macri funciona como un conjunto de dirigentes de variadas filiaciones con eje en la tradicional estructura del radicalismo (Carrio, Vidal,  Santilli, Morales, Ritondo, etc.)
La deslucida elección de Massa invita a pensar en la posibilidad de una polarización que permita un armado como el que se describe más arriba y a la vez recuperar votos del massismo y también dirigentes de filiación peronista (Felipe, Facundo, Daer, Arroyo, etc.) para sumarse al acuerdo.
Sin una armado de este tipo, el gobierno macrista ya se entusiasma para gobernar 20 años aún en medio de una hegemonía a medio construir y de su dependencia mediática.

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